Eduardo Rosenzvaig despide a un amigo utilizando el verbo desalar.
Se refiere al movimiento de apertura de las alas de los pájaros antes de emprender el vuelo o una corrida. Es el mismo movimiento de algunos hombres al encontrarse con un amigo. Abren los brazos, se miran a la distancia con ese gesto que preanuncia el abrazo en el que pronto se estrecharán.
También desalar es abrir los brazos del pensamiento con el propósito de abrazar entrañablemente el cuerpo esperanzador del nuevo pensamiento que sé autoanuncia amorosamente frente a nosotros. La actitud de desalar es la de potenciar las energías para enfrentar las duras batallas culturales que se avecinan. Desalar significa estar en estado de apertura, de expectante y decidida vocación por la confraternidad. Es un estado simbiótico de desasosiego y esperanzas inacabables.
También desalar es abrir los brazos del conocimiento con el propósito de abrazar el cuerpo entrañable del nuevo pensamiento, amorosamente de pie frente a nosotros.
Desalar es ambientalizar el currículum. Desalar significa estar en estado de apertura.
Aquí estamos con los brazos abiertos, con la firme intención de estrecharnos con tantos otros brazos, también fraternalmente abiertos, revestidos con los ropajes de la ilusión. De la ilusión que nos hermana en una fe movilizadora: es posible construir otros mundos. Aquí está desalada nuestra propuesta.
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